¿Estoy comiendo por emociones?

¿Cómo darme cuenta si estoy comiendo por emociones?

 

 

Esta pregunta es muy importante a la hora de conocer nuestra relación con la comida. Seguramente te ha pasado que en el comienzo del plan alimentario, te sentías muy motivado/a, y queriendo llegar rápido al objetivo que te habías planteado en un primer momento. Por eso, en las primeras semanas no te costó tanto lo que tu médico o nutricionista te propuso.

Sin embargo, más adelante en el tratamiento puede pasar que el vínculo emocional con la comida sea más fuerte que esa motivación y comience a tener más protagonismo. Entonces aparecen episodios que quizás no entiendas racionalmente y que no puedas explicar.

Si lo pensas quizás te des cuenta que podes realizar muchas de las pautas que te propone el médico o la nutricionista sin problemas, y que luego por algún motivo determinado aparezcan comidas que están fuera del plan, de un modo excesivo, impulso, automatizado, desregularizado.

Estos episodios que no podes explicar, seguramente tienen que ver con algo emocional: la comida aparece como un modo de transitar la angustia, la tristeza, el enojo. Podemos encontrarnos ante situaciones que no podemos ni sabemos controlar: estrés por el trabajo, peleas o situaciones angustiantes con la familia; conflictos con el entorno; sentimientos de aburrimiento, soledad. Incluso, muchas veces la comida puede funcionar como un modo de premiarnos “porque tuvimos un mal día”, o “porque en toda la semana hicimos las cosas bien”.

Vemos así, que la comida no tiene solo que ver con lo nutritivo sino también con aspectos emocionales.

¿Qué hacer en estos momentos? Lo importante es que si ubicas este vínculo emocional con la comida puedas hablarlo y no te quedes solo.

Lo ideal sería conversarlo con el profesional de la nutrición con el que estas llevando a cabo el tratamiento, tu nutricionista o tu médico, para que juntos puedan encontrar un modo de trabajar el aspecto emocional que involucra la comida. Quizás, en este punto sea conveniente la participación de un psicólogo que trabaje puntualmente la relación con la comida.

Esto también forma parte del proceso de cambio saludable y te permitirá que cuando logres tu objetivo de peso, pudiéndolo sostener a largo plazo.

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