¿Cómo distinguir el hambre y la saciedad?
Primero para distinguirlas debemos nombrar algunas características del hambre: podemos decir que se manifiesta como retorcijones en la parte superior del abdomen y ruidos parecidos a gruñidos, provenientes de la contracción y distensión de las paredes del estómago. Si no realizamos una ingesta los ruidos se incrementan y la molestia se hace cada vez más fuerte. También es posible percibir una sensación de decaimiento que se conoce como languidez.
La respuesta más adecuada es comer apenas aparecen las primeras señales de hambre. Es como apagar un fuego que recién inicia, si lo controlamos a tiempo necesitaremos menos agua.
Sin embargo: cuando comemos sin hambre la energía proveniente del alimento no se utiliza, es derivada a los depósitos, donde se acumula en forma de grasa.
En cambio, la saciedad es más difícil de percibir que el hambre, porque nunca es apremiante. Desaparecen las molestias y dolores estomacales y son reemplazados por una sensación de bienestar. Esta sensación debería llevarnos a detener la ingesta. Si continuamos comiendo más allá de este límite, experimentamos la sensación de plenitud estomacal, generalmente acompañada de malestar. Cada vez que ingerimos alimentos después de percibir las señales de saciedad estamos comiendo en exceso. El problema es que muchas veces esta señal llega tarde y nuestra ingesta ya fue excesiva.
Por esta razón es importante aprender a diferenciarlos, para que no comamos “por comer”, sino que lo hagamos cuando sea realmente necesario.